Igor Simões

Manaos (Brasil), 12 nov (EFE).- El Centro Terapéutico del Delfín Rosado, situado en el río Ariau a escasos kilómetros de Manaos, es el único del mundo que aprovecha en su espacio natural los poderes curativos de este animal que vive en el Amazonas y que tienen aplicaciones oncológicas, neurológicas y fisioterapéuticas.

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Además de su simpatía y su tirón turístico, el delfín rosado alberga en su cerebro un potente sistema de ultrasonidos que lo convierte en un complemento natural para paliar desde la leucemia hasta la depresión o los problemas de psicomotricidad.

El Centro Terapéutico, dirigido por el veterinario brasileño Igor Simões, acoge desde 2005 tratamientos basados en la interacción con este animal, cuyo sistema de ultrasonidos cerebrales es mayor que el de su homólogo marino.

Situado en el río Ariau, que une al Río Negro con el Solimões -luego Amazonas-, este centro de "delfinoterapia", como también se conoce a este tratamiento, tiene la peculiaridad de trabajar con estos animales sin mantenerlos en cautiverio, lo que multiplica su eficacia, y está especializado en el tratamiento infantil, aunque todavía en pequeña escala.

El "boto rosa" -como lo llaman en Brasil-, con sus pequeños y casi inútiles ojos, compensa su carencia visual con un gran cráneo que alberga un generador de ultrasonidos capaces de, "al entrar en contacto con las personas, tener una visión de ellas equivalente a la de una ecografía en la que enseguida localizan dónde está su problema", explicó a Efe Simões.

Después de estudiar veterinaria y tras años de investigación, Simões realizó su tesis sobre el efecto fisioterapéutico que nadar con estos delfines tenía en los humanos, pero luego fue comprobando cómo su aplicación se extendía también al campo neurológico, al oncológico y al psicológico.

Los ultrasonidos sitúan el problema y consiguen "un efecto de equilibro en el cuerpo, generan endorfinas y estimulan el organismo, de manera que pueden hacer mejorar el funcionamiento de glándulas, la secreción de hormonas o el flujo sanguíneo", explicó.

Según datos de la Fundación Agua Thought, uno de los efectos más notorios de los delfines es su capacidad para mejorar la sincronización interhemisférica -con éxito en un 75 por ciento de los casos- y activar zonas latentes del cerebro, lo que consigue también desbloquear traumas y revierte en la autoestima, que activa además el sistema inmunológico del paciente.

Pero antes de la ciencia, ya existía un mito indígena que dibujaba la conexión del delfín rosado con el organismo del hombre y, según el cual, el animal se convertía en hombre por la noche y fecundaban a las mujeres.

El delfín rosado, además, complementa con sus ultrasonidos de una manera natural e inocua la quimioterapia y la radioterapia para pacientes con cáncer, según Simões, además de estimular la necesidad de comunicación en los niños con problemas de socialización y dinamiza el aprendizaje en los casos de síndrome de Down, consiguiendo resultados entre dos y diez veces más rápidos.

"Cuanto mayor es el problema, los delfines más empatizan con el paciente", aseguró Simões, que añadió que estos tratamientos consiguen el bienestar en los propios delfines, que incluso "aprenden" a ser más eficaces.

El efecto terapéutico de estos animales, que de adultos pueden llegar a pesar 180 kilos y medir 2,5 metros, "se nota desde el primer día", aunque la terapia puede durar hasta tres años, en sesiones de dos horas.

Este tipo de terapia es solicitada en su mayoría por pacientes brasileños, pero también están empezando a llegar solicitudes desde Europa.

Pero el delfín rosa del Amazonas comparte su uso terapéutico con el turístico, dado que por su carácter afable y su facilidad de trato con los humanos es objeto de visitas organizadas casi a diario que, por un lado, sobrealmientan a los animales, pero que también han conseguido que se frene su caza, puesto que su carne servía anteriormente de cebo para la pesca a gran escala.