Artículo de septiembre |
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El
orgullo de ser latinoamericano. Por Benigno Horna El
respeto a la familia y a la religión católica nos une e identifica como
latinos. Pero ¿Por qué no los estudios también? Si hay algo con lo que todos los latinoamericanos nos sentimos identificados es en lo relativo a nuestra forma de entender la vida. Tenemos un profundo respeto por la familia y por la religión. Pero, ¿y con los estudios?. Hace poco estuve pasando unos días en casa de unos amigos que me habían invitado, para que conociese al resto de la familia. En casa de Rafael y Milagros pasé unos días muy acogedores. Tuvimos tiempo para hablar y fue cuando Rafa me comentó lo orgulloso que estaban él y su mujer, de la familia que habían construido. La casa que tenían también la habían hecho entre todos. Era una manera de entender la vida. Todos para uno, uno para todos. Lo que más me llamó la atención aquellos días, fue la gran armonía que sentí en aquella casa, donde convivían abuelos, padres e hijos. Cada uno sabía lo que se esperaba de él y lo asumía con naturalidad. Rafa me comentó que sus inicios en España no fueron nada fáciles, ya que de joven no había tenido la oportunidad de estudiar una carrera y que aquello le había marcado bastante a la hora de cobrar mucho más dinero por sus trabajos. Cuando sus hijos nacieron, le pidió a Dios que cuando crecieran, estudiaran una carrera y así tuvieran más oportunidades para salir adelante, ya que aunque él pudiera saber más en su trabajo diario que los Ingenieros, éstos eran los que de verdad ganaban dinero. Su hijo mayor llamado Rafa, acababa de terminar sus estudios en Ingeniería Industrial y ahora sería Rafa el que firmaría los proyectos que su padre realizaba. Su hijo si que había estudiado y ahora su futuro lo tenía resuelto. Además pronto se casaría con una chica que estaba estudiando Derecho y que tenía los ojos más bonitos que yo había visto en mi vida. Entre
pizza y pizza, hablamos de muchas cosas, pero recordamos que la unidad
familiar era algo que no debemos de perder nunca, aunque vivamos en otro
país distinto al nuestro. Rafa me decía que los jóvenes emigrantes
tienen como diez veces más oportunidades de las que él tuvo al llegar a
España y que su experiencia le decía que los estudios aparte de
formarte, te dan muchas más oportunidades que las que puede tener una
persona que sabe, pero que no ha obtenido un título académico. La familia no es solamente un grupo de
personas; es algo más que eso, forman parte de ti, de tus sentimientos,
de tú vida, de la sangre que corre por tus venas; es algo que debemos de
cuidar, conservar y cultivar.
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Artículo de Agosto |
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El
orgullo de ser latinoamericano. Por Benigno Horna Tenemos
que aprender que somos los únicos dueños de nuestro destino. Uno de los mayores errores que cometemos los latinos al llegar a España, es que muchas veces no nos damos cuenta, de que ahora vivimos en una cultura diferente a la que hemos dejado atrás. Pero
muchos de nosotros seguimos cometiendo los mismos errores que antaño: la
impuntualidad, la poca seriedad a la hora de enfrentarnos a un negocio; el
no concretar nunca las cosas; el pensar que los demás actuarán como
nosotros y así dejamos que el tiempo pase día a día en nuestra contra,
sin importarnos nuestra reputación profesional y mucho menos nuestra
palabra. Veamos
algunos ejemplos: Si nos hemos comprometido a realizar un trabajo en una
fecha determinada y por un precio pactado, deberemos siempre cumplirlo. Si
hemos quedado a una hora determinada, estaremos allí puntualmente en
nuestra cita. En el caso de que no nos sea posible hacerlo, utilicemos el
teléfono móvil y avisemos a la persona para que pueda actuar en
consecuencia. Su tiempo vale tanto como el nuestro. Muchas
veces queremos que los otros nos hagan favores y no nos cobren sus
servicios, pero luego nos enfadamos cuando no nos pagan a nosotros, lo que
esperamos obtener por nuestro trabajo. ¿Qué hacer entonces? Pactar las
condiciones anteriormente y cumplirlas, asumiendo nuestra responsabilidad.
Seamos serios y no unos simples chambones, ya que esa es la peor actitud
que podemos mantener en nuestra vida. Miremos
a nuestro alrededor y pensemos el porqué algunas de nuestros compatriotas
han triunfado, mientras que nosotros seguimos sumidos en una miseria
diaria y sin remedio. ¿Cuántas
oportunidades hemos dejado escapar? ¿A
cuántos amigos o conocidos les hemos dejado en la estacada? Cuando
acordamos pagar a alguien en una fecha determinada o cuando le decimos que
le pagaremos cuando el cliente nos haya pagado, seamos profesionales y
paguemos a los demás en el momento en que lo hemos fijado. Cuando
quedamos en llamar a alguien un día determinado o a una hora concreta,
hagámoslo ya que nuestra credibilidad es nuestra mejor tarjeta de
presentación. Tratemos
a los demás como nos gustaría que los demás nos tratasen a nosotros. Si
no lo hacemos, de esa manera tan necia dejamos escapar muchas
oportunidades de negocio cerrándonos las puertas y buscándonos enemigos
en lugar de asociados. Pensemos
por un momento en que ahora contamos con más oportunidades para triunfar,
pero debemos cambiar algunos de los hábitos que nos frenan y nos
imposibilitan lograrlo. Diariamente esforcémonos por cumplir con nuestra
palabra y veremos como los negocios nos fluirán y vendrán a nosotros.
Seamos gente de palabra y cumplamos con nuestros compromisos. Así se nos
abrirán las puertas.
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Artículo de Julio |
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El
orgullo de ser latinoamericano. Por Benigno Horna Tenemos
todo por vivir. Hace unos días vinieron a mi despacho dos amigos latinos a verme, mientras hablábamos de futuros proyectos profesionales, la cara de Carlos se transformó cuando me dijo: “tengo 40 años y estoy viviendo mi segunda juventud”. Intrigado le pregunté sobre lo que me había querido decir y con una fuerte carcajada me explicó detalladamente cómo hasta hace unos meses siempre había tenido un pie en Colombia y otro en España. Un día después de una fuerte reflexión quemó sus naves y se mentalizó que su futuro estaba en Madrid y su vida cambió. Se quitó un gran peso de encima y por fin se arriesgó. Asumió que la vida es una aventura arriesgada o no es nada y decidió traerse a su mujer y a sus hijos a vivir a España. Eso no quería decir que rechazara su condición de colombiano, pero no podía permitirse el lujo de seguir con un pié allí y otro aquí. Andrés que era el tercero del grupo llevaba menos de un año viviendo en Madrid y después de estar durante unos meses por el sur, se mudó a Madrid. Ha hecho de camarero, vendedor de libros, seguros y publicidad, pero había venido a Europa a trabajar y sólo ha encontrado trabajos de poca monta. Al principio de la charla él no pronunciaba casi palabra y nos observaba como pensando, yo estoy en otro mundo. De pronto dio un pequeño golpe en la mesa y nos dijo: ustedes que saben tanto, díganme que puedo hacer para ganarme la vida. Carlos tomándole del brazo le dijo: trabaja en lo que mejor sepas y te guste. Sea lo que sea. Haz ahora mismo todo lo que tengas que hacer. Si yo estuviera en tus circunstancias, primero pensaría en el hombre en que me quiero convertir y segundo valoraría hasta donde estoy dispuesto a comprometerme. Saber
lo que uno quiere y lo que se está dispuesto a pagar por
conseguirlo esa es la clave.
Mírame a mí.
Llegué a pensar que era un perdedor y mira en lo que me estoy
convirtiendo. En un empresario que se alía con otras personas en busca de
un objetivo concreto, ya que siento de verdad que tengo Todo por vivir y
en ello he puesto mi empeño.
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Artículo de Junio |
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El
orgullo de ser latinoamericano. Por Benigno Horna La
boda de los Príncipes de Asturias. Hoy me he sentido muy orgulloso de ser humano. Hemos visto casarse a los Príncipes de Asturias rodeados de amigos, de mandatarios extranjeros, de personas anónimas, de Reyes y Reinas, de la lluvia, del viento y del sol. Desde mi país de origen, Panamá, mi madre bilbaína, mi hermana y su familia han vivido la boda tal vez más intensamente que yo. Seguro que se han dado cuenta de que el último invitado en llegar a la Catedral ha sido Nelson Mandela. Un humano muy querido por todos, en especial para la Reina Sofía, que según se dice, ha sido un invitado muy personal para nuestros Reyes. Y, ¿por qué digo nuestros Reyes? Porque para muchos latinoamericanos representan la unión entre nuestros países con su presente. Son parte de nuestra historia, de nuestra vida cotidiana y de nuestro pasado. Seguro que la Reina Isabel la Católica, que Moctezuma, que Urracá y que Atahualpa desde el cielo, han estado sentados observado, tal vez con algo de envidia lo que ocurría en éste Madrid del siglo XXI. He visto a través de la televisión banderas de Perú, de Ecuador, de la República Dominicana, de Argentina, de Brasil, de Chile y de muchos otros países. Estaban la Presidenta de Panamá, el de Colombia, de Nicaragua, de Portugal y a pocos metros de distancia, el público universal que también a su manera asistía a la boda. Hemos recordado a nuestros muertos de Atocha y lo hemos hecho de una manera muy profunda. Muchas personas se han quedado sorprendidas del color oscuro de la piel de la Virgen de Atocha. Tal vez nos cueste recordar que España es una mezcla de culturas donde los Reyes nos acogen, no como súbditos sino como ciudadanos a los que también cada día nos representan como al resto de los nativos españoles. Hace
sólo unos meses, Atocha era un recuerdo triste y ahora alegre para todos
los que convivimos en España y reconocemos a los Reyes de España, como
algo también nuestro. Porque Atocha, como Guadalupe, como Chiquinquirá,
somos todos y todos somos hijos de Dios.
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Artículo de Mayo |
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El
orgullo de ser latinoamericano. Por Benigno Horna De camarero a empresario. Cuando conocí a Gustavo, él trabajaba de camarero en un restaurante. Hará una semana me llamó y me vino a visitar a mi consulta. Hacía más de tres años que no le veía y parecía otro. Estaba lleno de vida y al vernos nos dimos un fuerte abrazo. Él no sabia por donde empezar a contarme lo que le había pasado en los últimos tiempos, así que tuve que pedirle que se sentase en un sofá y después de tomar aire y de ponerse las manos detrás de la nuca, más o menos esto fue lo que me dijo: Te acuerdas cuando nos conocimos. Yo acababa de llegar a España y a través de unos amigos conseguí trabajo como ayudante de cocina. No tenía papeles ni nada, además nunca había trabajado como camarero. En mi país había sido fontanero, pero al estar sin papeles me agarré a lo primero que me ofrecieron. Al principio todo me resultaba muy duro ya que en la cocina me trataban como a un esclavo. Trabajaba muchas horas para ganarme algún dinero para seguir tirando y recuerdo que me animaste a que me inscribiese en el consulado y que fuese a pedir un permiso de trabajo. Por entonces estaba a punto de regresar a mi país como un perdedor. Un día que tuve que acompañar a mi primo a por los papeles a la comisaría y también llevé los míos. Luego me animaste a que trabajase como fontanero, pero al no tener papeles nadie me iba a contratar. Recuerdo que me trajiste información de unos cursos a distancia de fontanería y electricista. Me di cuenta que conocía casi todo el temario del curso, así que me animé a sacar mi primer título en España. Un día hubo una avería en el restaurante y a todos los fontaneros que llamaron, no quisieron venir porque había un puente. El dueño del restaurante me dio unas herramientas y me dijo que reparara la avería. Fui a casa a por las mías y recordé que sólo había hecho pequeñas chapuzas y aquella era mi oportunidad. Pensé: ¿Quién dijo que no puedo?. Trabajé toda la noche y a eso de las 10 de la mañana terminé mi trabajo. Mi jefe me pagó la mitad de mi salario mensual como camarero y me animó a que me pusiera a trabajar como fontanero. Al darme cuenta que yo podía hacer algo mejor que los demás, me dio mucha moral, sobre todo cuando me dijo: Vosotros los latinoamericanos cuando queréis sois los mejores. Con
el dinero que gané me hice una tarjetas de visita y empecé mi nueva
vida. Ahora tengo los papeles en regla, mi propia empresa donde casi todos
mis empleados son latinos. Utilizo como lema: Fontaneros latinoamericanos.
Honrados, eficaces, rápidos y profesionales.
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